“Honni soit qui mal y pense” (“Que se avergüence quien piense mal”) solía añadir como colofón a sus cartas el poeta francés del siglo XIX Paul Verlaine, misivas dirigidas a su esposa donde justificaba su relación homosexual con Rimbaud y sus fugas a Bélgica e Inglaterra. Este amor por el poeta adolescente Arthur Rimbaud lo llevó a abandonarlo todo y vivir un final inesperado.